La nariz es, junto con los ojos, la principal estructura en la estética facial, ya que, por su posición central en el óvalo facial, centra la atención de la mirada.
En la rinoplastia, se puede modificar el dorso nasal (o giba), el tamaño, la proyección o la punta nasal para conseguir un resultado armónico con el resto de los rasgos faciales del paciente. En la misma cirugía se pueden corregir las deformidades o desviaciones del tabique y huesos nasales que habitualmente mejoran la función ventilatoria que debe llevar a cabo este órgano.
Tras la cirugía se produce, además de la evidente mejora estética, una mejoría funcional en aquellos casos que lo requieran.
En la primera consulta, es importante que cuentes al cirujano los aspectos más relevantes que quieres mejorar de tu nariz, para que, con su consejo y explicaciones, alcancéis el plan final basado en unas expectativas realistas, sin perder de vista el objetivo de la naturalidad en el resultado.